
Bendecir es una sana costumbre que aprendemos en nuestras primeras lecciones de vida. Aprendemos a recibir la bendición de nuestros padres; posteriormente, a darla a nuestros hijos, nietos, sobrinos, e incluso a hermanos en la fe o amigos especiales. Al bendecir decretamos el bien de Dios para nuestras vidas y la de las demás personas. Y, me llama la atención que he podido percatarme que muchos negocios tienen un afiche con la siguiente leyenda: "Dios bendice mi negocio". Los invito a conversar sobre este tema.