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martes, 26 de abril de 2011

Dios bendice mi negocio.

Bendecir es una sana costumbre que aprendemos en nuestras primeras lecciones de vida. Aprendemos a recibir la bendición de nuestros padres; posteriormente, a darla a nuestros hijos, nietos, sobrinos, e incluso a hermanos en la fe o amigos especiales. Al bendecir decretamos el bien de Dios para nuestras vidas y la de las demás personas. Y, me llama la atención que he podido percatarme que muchos negocios tienen un afiche con la siguiente leyenda: "Dios bendice mi negocio". Los invito a conversar sobre este tema.
Toda persona que se inicia por iniciativa propia en un negocio aspira crecer económicamente, por su bienestar y el de su propio país. De hecho, un país lleno de emprendedores empresariales, será un país productivo, y libre económicamente, por lo cual la enseñanza en finanzas, promueve a la iniciación en actividades mercantiles personales.
Hay empresarios que recurren a las más modernas técnicas gerenciales e informáticas para promover el éxito de su empresa. Los hay también que recurren a la santería, pidiendo la ayuda a ídolos. Conozco patronos que llevan sacerdotes a sus empresas, para que las bendigan. Y cada vez son más los que en su negocio publican la mayor esperanza para su negocio, que es decretar la bendición de Dios.
"Dios bendice mi negocio", es un afiche que con cada vez mayor frecuencia se puede hallar en muchos negocios, no sólo pequeños comerciantes, sino en empresas grandes y prestigiosas. Es posible que el propietario del negocio cada día, en su oración matutina diaria, encomienda a Dios su negocio; como también es posible, que crea que con sólo colocar ese afiche tendrá la bendición de Dios (convirtiendo al afiche en un fetiche). Lo importante es la fe que tiene el empresario en la bendición de Dios; no obstante, no es positivo convertir al afiche en un fetiche, porque Dios quiere de nosotros, un corazón que confíe en Él, que clame a Él, y ese afiche no es nuestro clamor.
Es importante clamar la bendición de Dios para nuestro negocio, porque Dios responde esa oración con creces. La respuesta de Dios se expresa no sólo en ventas crecientes y sostenidas, sino en clientes satisfechos, trabajadores felices, protección del negocio contra ladrones y eventos indeseables, etc.
En consecuencia, encontramos también trabajadores que en sus oraciones diarias, encomiendan a Dios la buena marcha de la empresa para la cual trabajan. Hay quien antes de comenzar su labor diaria, en algún rinconcito apartado de la empresa, o frente a su laptop, encomienda todas sus tareas y relaciones a Dios, confiando en resultados bendecidos por Dios. Como trabajador, trato de centrar mis pensamientos, palabras, intenciones y obras, en esa actitud para con Dios, con la cual, no sólo reconozco el bien de Dios en mi empresa, sino que lo atraigo, al aceptar todo lo que me bendice y al bendecir a los demás, sea compañeros de trabajo, clientes o proveedores. Bendición que se expresa en armonía, unidad, colaboración, etc, y que debe ahuyentar todo lo negativo: críticas insanas, envidias, pereza, impuntualidad, ineficiencia, mentiras, etc.
Una empresa bendecida por Dios, irradia bendición a terceros. El cliente o el proveedor al entrar, siente la bendición de Dios, porque siente alegría y armonía, que son frutos del Espíritu Santo impregnando el ambiente laboral. Eso lo hace encontrarse con trabajadores radiantes en cortesía, que si al entrar a esa empresa traía algún enojo, tal ambiente bendecido espiritualmente, lo lleva a experimentar paz interna. Porque las energías positivas son contagiosas, se sienten, y te predisponen.
El empleado al actuar y hablar partiendo de la inspiración del Espíritu Santo, hace lo mejor que puede, y ofrece confianza y cordialidad en su trato con otros. Esto es producto de aceptar la Gracia de Dios en nuestras vidas. En ese plano espiritual, el empleado demuestra consideración a los demás y reconoce con agradecimiento estas mismas cualidades recíprocas de los demás.
Tanto empleados como patronos, deben encomendar a Dios el elemento vital de toda empresa: los clientes. La mercadotecnia habla de colocar mensajes amables, para que el cliente se sienta como en su casa; mensajes como: bienvenido, gracias por su compra, lo esperamos nuevamente, el cliente es primero, etc. Veo en esa estrategia, una excelente recomendación de la mercadotecnia, y eso me impulsa a ver como positivo la mercadotecnia enfocada en Dios, y la ilustración de la derecha es un sencillo ejemplo: "Dios bendiga su corazón al entrar", lo cual predispone al cliente, porque lo ubica en un plano de cortesía espiritual, yo diría cortesía bendecida. Dar para recibir, y al dar la bendición de Dios a nuestros clientes, recibimos de ellos sus compras y su permanente lazo comercial para con nuestra empresa.
Cuando oramos, somos uno con Dios, y en esa unidad nos sentimos vinculados con familiares, amigos, con nuestra comunidad, y con todas las personas en general. Al orar por otra persona, llámese amigo, familiar, o cliente, o compañero de trabajo, o empleado, etc, nos volvemos receptivos al Espíritu de Dios y al vínculo que compartimos, afianzando el vínculo divino que todos compartimos, lo que nos hace estar agradecidos, al saber que todo estará bien, porque está encomendado a la Dirección de Dios.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por compartir con nosotros este excelente post... Dios lo Bendiga!

Anónimo dijo...

Bendiciones muy buena y util la informacion

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