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lunes, 20 de enero de 2020

La actitud victoriosa

La actitud ante la vida es muy determinante en cuanto a los resultados que es posible obtener, ¡comprobado por la psicología! y, en el caso del cristiano nuestra actitud está definida por las enseñanzas de la Biblia.

Algo muy importante, es que el conocimiento bíblico es forjador de una actitud victoriosa, ¿acaso no sabías eso? Pues te pondré en contacto con reflexiones que tendrían excelente acogida en profesionales del desarrollo humano, que en cualquiera de sus cursillos exponen la importancia de tener una actitud asertiva y proactiva, sobre el fundamento de las creencias de nuestra mente y, sobre eso y más leerás en este artículo.

El horizonte discursivo del Desarrollo Humano en este siglo XXI y el apoyo académico que recibe de la Psicología, la Sociología, la Docencia (entre otras) va tras el descubrimiento y enunciación de los principios de éxito, y, este camino investigativo también se extrae de la enseñanza bíblica y la conexión entre ambos enfoques (el secular y el religioso) es posible.

La certeza de la anterior aseveración se obtiene de la sapiencia espiritual de Salomón en el texto de Proverbios 21:31 que encabeza este post en la imagen de apertura a las ideas que se desarrollarán a continuación, y, de la cual se ramifica todo un bosquejo de amplio interés, incluso, para las ciencias del Desarrollo Humano.

No se discute que el hombre moderno siempre tiene por motivación la etiqueta del éxito, por ende, la importancia y abundancia de tales publicaciones.

En busca del por qué de Salomón


En busca del por qué de Salomón. Salomón nos regala esta potente cita bíblica del Dios que nos da la victoria, y entre otras razones, puedo exponer las siguientes razones:
1.- Nos da la victoria porque tenemos un Dios Generoso, y le complace dar lo mejor a sus hijos (como a cualquier padre), luego, ¿qué mejor dádiva que victorias en tus decisiones y acciones?. 2da. Cor. 2:14, Mat. 7: 9-11
2.- Nos da la victoria porque tenemos un Dios Misericordioso, y no permite que sus hijos sucumban ante la adversidad. Sal. 121: 3, Jer. 39:17,
3.- Nos da la victoria porque tenemos un Dios que cumple sus pactos; Él asume tu causa, y siempre cumple su Palabra. 2da. Cr. 20:15, Is. 52:12, Neh. 1:5
4.- Nos da la victoria porque tenemos un Dios Justo. Is.41:10
5.- Nos da la victoria porque es su Voluntad.
6.- Nos da la victoria porque la honra le pertenece a Él.
7.- Nos da la victoria porque le pertenece, ya que nadie da lo que no tiene o no le pertenece. Por tanto tiene toda la Autoridad (sobre cualquier potestad en el cielo o en la tierra) para hacerlo. Él entonces es la fuente de la victoria.

Cómo me hago merecedor de esa dádiva


La Biblia testifica que el Espíritu Santo habita en mí (1ra. Cor. 6: 19). Por lo tanto tengo el mismo nivel de autoridad que en Él opera; lo cual me faculta para decir declaraciones poderosas como la expuesta en la siguiente imagen:


Y, por la acción de la fe y la voluntad de Dios, se desata el poder que vence toda apariencia de verdad que pretenda engañarnos, ¿cómo es eso de apariencia de verdad?. Es que la verdad del cristiano no es el derrotismo frente a los problemas cotidianos, esa es la apariencia o falsedad (la verdad superficial de la neurociencia) que Satanás quiere incubar en tu mente… que es la negación a la promesa de Heb. 13:5 “No te desampararé ni te dejaré”, …. más claro no lo pudo haber expuesto la Biblia.

La verdad “simple, verdadera y eterna” es que “somos más que vencedores por medio de Cristo Jesús” Rom. 8:37, y considero que es la declaración de victoria más poderosa de todos los tiempos, que en términos neurolinguísticos sería la definición inobjetable de un “ANCLA” … ¡superpoderosa!… ¡Aleluya!.

La victoria de Dios en mí (y a través de mí), es la autoridad de Dios imponiéndose sobre cualquier conflicto o necesidad… es el poder activo de nuestras creencias en nuestra mente, de lo que hice mención al inicio, no obstante, enfocando las creencias en el poder más grande que es el de la fe en Jesucristo…. y, no hace falta inducir un trance hipnótico en la persona para que asuma ese carácter de victorioso cuando dejamos a Jesús transformar nuestra vida…. créanme que todos los expertos en PNL o psicólogos de cualquier rama asombrarían al comprobar cómo el poder de Dios puede cambiar vidas.



Por tanto, para hacerme acreedor de esa dádiva debe operarse en mí el mismo milagro que indicó Jesús a Nicodemo (Jn. 3: 3) o sea, tanto Nicodemo, como tú, como yo, como cualquiera, debemos experimentar el nuevo nacimiento, que es lo que vence al mundo y a su gobernante satanás.

La promesa de victoria

Por tanto, “soy victorioso” en el nombre del Señor Jesucristo (para su honra y gloria). Ese es el que considero el mayor principio humano de éxito, pese a que la Ciencia se enfoca en la mente, pasando por alto que “tenemos la mente de Cristo” según lo leemos en 1ra. Co. 2:16. O sea, pese a que la Ciencia es excluyente de la Biblia, ocurre lo contrario en el enfoque cristiano, porque el enfoque de la Ciencia del éxito radica en la mente, pero ella está incluída en el enfoque de mente cristiana.

La victoria es una dádiva de Dios (que recibimos al aceptar a Jesús como Salvador), pero luego, es su decisión y voluntad el coronar de victorias al cristiano que tiene fe, porque es obvio que quien no tiene fe no puede jamás ser testigo de resultados inimaginables y comprensibles solo por la fe, que solemos llamar milagros y que bajo el enfoque acá desarrollado, son resultados de fe activa.

La victoria es una promesa de Dios, Él nos promete ser victoriosos. No me debo preocupar por el cómo, porque la solución es precisamente el recurso de victoria de Dios. Leemos en Heb.11:30 lo siguiente: “Por la fe cayeron los muros de Jericó” y esos muros derribados fueron el recurso usado por Dios para mostrar su poder y dar la victoria a su pueblo. Pero reitero: solo se verán “muros derribados” en quien tiene su fe cimentada en el poder de Dios, aquel que, por ejemplo, reconoce la intervención divina en la restitución de su salud en respuesta a oraciones que obraron en la sapiencia de sus doctores.

Una promesa de victoria, solo puede conducir a una vida de victoria, …. sobre la enfermedad, las finanzas, la familia, la profesión y, sobre la muerte misma; un momentito, ¿cómo es eso de sobre la muerte misma?. Claro que sí, porque la muerte de Jesús en la cruz, representa la victoria sobre la muerte y sobre la condenación eterna, lo dice Dios explícitamente en Jn. 3:16 y, nuevamente el factor clave es creer, tal como se lee en dicho texto tan conocido en el ambiente cristiano.


La tranquilidad de la victoria anticipada

Es importante resaltar el significado de todo lo hasta acá expuesto. Si Dios libra nuestras batallas, tenemos victoria garantizada de antemano. Eso significa que ante cualquier circunstancia tenemos anticipada y garantizada la victoria, porque el Espíritu Santo en nosotros hace realidad la promesa de victoria que nos fue dada…. Por supuesto, esto será así sólo si tenemos nuestra fe cimentada en las inconmovibles bases del poder del Espíritu Santo.

Dios, Padre Amantísimo, no nos ha creado para la derrota, el sufrimiento, para vernos perecer. En todo caso, las situaciones críticas, que en ocasiones parecen someternos y pretender desdibujar nuestra fe, representan pruebas para pulir nuestra fe, y, luego de lo cual fluyen bendiciones como respuesta a quien mantuvo su fe en la victoria prometida por Dios.

Cualquier victoria proviene de una estrategia. La del cristiano se origina de reconocer y declarar la victoria de Dios sobre nuestras causas. La estrategia es la VICTORIA ANTICIPADA, que da confianza en la eficacia de la preparación para ir a una batalla: no obstante, confianza en la victoria no significa ausencia de planificación, significa seguridad en el resultado. Para que se entienda sin titubeos: mi creencia es la VICTORIA ANTICIPADA, que es el dominio de la mente sobre mis circunstancias… esto representa el empalme con la neurociencia que plantea el dominio de las creencias sobre nuestra mente, que desde el enfoque cristiano esa creencia es la fe en Cristo Jesús que me da la garantía de una VICTORIA ANTICIPADA.

El párrafo de arriba se entiende mejor con un ejemplo: ¡cuánta confianza y seguridad debe sentir un ejecutivo cristiano al saber que los resultados de su gestión profesional tienen el sello de la VICTORIA ANTICIPADA!, es decir, la estrategia representa el mapa mental o metaprograma anclado en el enfoque de victoria que te garantiza que podrás contar con los mejores recursos para enfrentar cualquier situación, porque la provisión de esos recursos provienen de Dios y tu fe en que eso es amén primero en el cielo y luego en la tierra (en metafísica se dice como es arriba es abajo y viceversa).

La actitud de victoria

Y llegamos al nivel de análisis que conecta Religión y Ciencia en el punto del Desarrollo Humano, ¿qué elementos podemos usar para formular un marco teórico que permita desarrollar una actitud que, sea relevante desde el punto de vista de la psicología, y victoriosa según el enfoque de Salomón en la cita introductoria del proverbio bíblico?. Vamos a ayudar a Salomón con la cita bíblica de la imagen siguiente:


Esta certeza de victoria dibuja un mapa mental (en la jerga de la Neurociencia) que programa nuestras percepciones hacia una actitud triunfante (no triunfalista), … ¡es sabernos vencedores!, y enfatizo la palabra VENCEDORES, que es la ruta perceptual del mapa mental de un cristiano consagrado (y victorioso).
Obtenemos lo que pensamos, porque somos cocreadores de nuestra realidad (resumiendo preceptos de psicología metafísica) en una sagrada conexión de nuestra voluntad con la de Dios. Nuestros pensamientos determinan nuestra conducta, la cual ha sido programada por la educación (secular y cristiana) y modelada por prototipos de excelencia a quienes imitamos.
Esta actitud tiene expresión lingüística al declarar victoria por adelantado, al inicio mismo del día e incluso concluyendo cada día dando gracias por las victorias de ese día: es un lenguaje transformacional total de cómo concebimos nuestra realidad. En PNL se habla de filtros que dan significado a las experiencias de la cotidianidad, representando entonces la conducta de victoria un filtro perceptual (más potente aún cuando está anclado a la voluntad de Dios), y esa conducta es la que permite la expresión del gozo espiritual y de la alegría del cristiano consagrado.
De manera que la actitud victoriosa se canaliza en un lenguaje transformacional que asume las situaciones con un “poder interno ilimitado” (expuesto por Anthony Robbins, conferencista PNL) que incide proactivamente sobre todo lo que nos sucede. Sentirnos victoriosos y actuar como tal, es ser personas proactivas.
El saberme victorioso por adelantado, debe generar en mí: seguridad, tranquilidad, confianza, agradecimiento. Y, ¿No es acaso este el resultado que quiere concretar la psicología en el comportamiento de un ser humano?.
¿Coincidencias de puntos de vista?. A la hora de la verdad, lo verdaderamente importante es el resultado buscado. Una conducta de odios, rencor, envidia, no es el reflejo de una actitud victoriosa, porque hay de trasfondo sentimientos de duda, inseguridad, y evidencian oscuridad ante el conocimiento del poder de Dios.
La victoria nunca se ha alcanzado sin sacrificios, sin preparación, de manera que cualquier evento negativo, trágico, es una preparación del carácter cristiano. Es la forma de concebir cuando algunas circunstancias de la vida pretendan desenfocarte de tu derecho a gozar de victorias en Cristo Jesús.


La actitud de victoria está en nuestra mente, y la pregunta obligada es, ¿cuál es el contenido mental de una conducta “relevante”?. Y respetando la sabiduría de Salomón veo esa actitud en el Ancla de victoria en Cristo Jesús. Una actitud psicológicamente relevante es una actitud de victoria, actualmente endosada a actitud de éxito, y esto sólo es posible a través de Cristo Jesús, cuyo Espíritu Santo pasa a morar en nosotros luego del nuevo nacimiento espiritual, y, que nos da autoridad para hacer obras maravillosas: Jesus dijo en Jn. 14:12 “El que en mí cree, las obras que yo hago él las hará también , y aún mayores hará” y esto es posible por lo dicho por Jesús a sus discípulos en Hch. 1: 8 “recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”… por eso se acepta lo escrito en Fil 4:13 “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” ¿qué mayor victoria aspiras?.


Vidas victoriosas


Cada nuevo día de vida es en sí una victoria, … sobre la muerte. Y, cada logro de ella, es una adición a esa victoria. Cada minuto es vida, y cada minuto entonces es una victoria (sobre la muerte).
La clave de una vida victoriosa se lee en el siguiente versículo bíblico


El autor y consumador de nuestra fe (Heb. 12:2), Jesucristo nuestro Señor y Salvador, es la llave de nuestra victoria, en todo, y siempre; amén. Él es nuestra Ancla de victoria.
Aprender a creer en Dios, es aprender a confiar en Él. Si digo que creo en Dios, pero no confío en obtener los resultados que Dios nos promete, entonces, es que no tengo fe genuina. Dicho en otros términos: la duda y el temor manifiestan la falta de confianza en nuestro Dios victorioso, y significaría desconocer que vive en mí por el Espíritu Santo. Un Dios victorioso puede operar en mí y a través de mí únicamente si tengo fe, de manera que exprese los resultados victoriosos que nos ha prometido…. Es el poder de la creencia del que habla la Neurociencia, o el de la fe del que habla la Biblia: en ambos casos, la creencia o la fe (según el enfoque neurolinguístico o religioso, respectivamente), programan nuestra mente y determinan nuestro comportamientos.
Quiero agregar que sentimientos nefastos como la tristeza (por solo citar uno) no son el espejo del Dios victorioso, ni muchísimo menos significar el retrato de un Dios derrotado, sino que representa a un cristiano sin fe, que no conoce o no aplica el poder de Dios en su vida. Es incluso ABC de psicología básica: cada quien es responsable de sus actos, incluso de los actos derrotistas en los que, por cierto, Dios nada tiene que ver, porque Dios se rige y respeta el libre albedrío; entonces, metafóricamente hablando, el poder de Dios es como una varita mágica que solo actúa si la usas, sino ambos (Dios y la varita) serían simplemente un mito.
Saberme victorioso en el nombre de Dios, es saberme merecedor de su favor, y, saber victoriosas mis oraciones por los demás,… es saber que Dios oirá mi clamor por el bien de los demás…¡alabado sea Dios por siempre!.
La victoria anticipada debe hacer humilde y noble al cristiano porque al saber de antemano que su enemigo está derrotado, debe generarle además de confianza, también piedad, perdón, en el caso de personas enemistadas que te enfrentan, incluso en el anonimato traicionero y esa seguridad debería llevarte a decir: “Declaro derrotada la traición, la hipocresía, la ingratitud con la poderosa palabra de amor victorioso emanada por el Espíritu Santo en mí”
Si todos los cristianos somos un solo cuerpo, ¡victoriosos!, es entonces una paradoja imperdonable enemistarme contra un hermano: Dios no puede pelear batallas contra sí mismo.

Dios victorioso


El Dios victorioso es Dios de Amor, ese amor que nos permite perdonar cualquier ofensa: el perdón es expresión del poder victorioso de Dios; en la cruz lo patentó en su declaración “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc.23: 34).
De manera que cada alma redimida representa una victoria para Dios, y es lo trascendental cuando una persona decide entregar su vida a Dios, es realmente una victoria bidireccional, para el creyente (que evita condenación eterna) y para Dios (que rescata una oveja amada antes perdida).
En relación al párrafo anterior, creo que toda palabra que emita un cristiano en la orientación de redimir a un pecador (orar por ellos, predicar, etc) lleva en sí misma un poder sobrenatural impregnado de PROMESA DE VICTORIA, y que debe ser motivo para alabar a Dios en una oración de victoria como esta: ¡Gracias Dios por tu victoria en la persona de ____ que hoy comienza su gozo en la redención de su alma!.
El conocimiento del Dios victorioso debe generar la actitud del cristiano victorioso (ya descrita en párrafos precedentes) de manera que su enfoque o percepción sea siempre decir: ¡VEO VICTORIA!, en cualquier situación; incluso la victoria es el ANCLA que activa sus mejores recursos para actuar o que lo inspira a hallarlos si no los posee.
El Dios victorioso te “da” ACTITUD DE VICTORIA en todo, porque Dios no es Dios de miserias. Por tanto, si proclamo victoria, recibo victoria (es neurológico).
Así las cosas, cabe preguntar: ¿Por qué hablar de la crucifixión de Jesús en un tema sobre conducta victoriosa? Es porque con su muerte se selló no sólo la victoria sobre la muerte misma, sino porque sobre sus llagas Jesús cargó todas nuestras culpas, ofensas, enfermedades, etc. y nos garantiza así una vida victoriosa.
Reforzando el hilo de vida victoriosa, si el Dios victorioso mora en mí por el Espíritu Santo, ¡cómo no definirme y sentirme victorioso!. El Espíritu Santo es mi seguridad de victoria.


Por eso me llena de gozo pensar en el Dios victorioso, porque es mi garantía de victorias sin fin, y, por tal razón, motivo suficiente para escribir este post… e invitarte a experimentar una vida victoriosa con la experiencia del Renacimiento espiritual (ya citada arriba en el pasaje de Nicodemo).

https://piensaendios.blogspot.com/2020/01/la-actitud-victoriosa.html

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