¿La biblia como fetiche?

Me causó curiosidad la plática de un chofer de autobús, quien tenía en el tablero una biblia toda quemada por el sol, con la creencia que esa biblia lo protegía de todo mal, al punto de no permitir que nadie se la moviera, "porque podía perder su protección". Es la creencia idólatra en el fetiche protector, que en este caso no es un ídolo de una figura beatificada por el Vaticano, sino que el fetiche es la biblia misma. ¿Cómo así?.

Por enésima vez exclamo: ¡que astuto es el demonio!. Ese chofer ni siquiera ora pidiendo la protección e Dios, porque la cree poseer a través del fetiche. Y mucho menos piensa en alabar a Dios con una oración de gracias. Incluso escuché de biblias y otros objetos "bendecidos" (?) por un sacerdote, para atribuir poder protector para quien los "compre". Pienso que al escribir artículos cristianos, no podemos despegarnos de lo que vemos en la realidad, para desmitificar lo falso que detectemos en ella, y es lamentable, pero son muchos los choferes que cargan amuletos protectores, uno de los cuales es la biblia, y considero mi responsabilidad presentar el punto de vista cristiano, que aporte la realidad de lo que representa la biblia, es decir, la biblia es la palabra de Dios, no es ningún amuleto protector. La astucia del demonio es que por tratarse de la biblia, engaña más fácilmente a esos choferes, a quienes hace creer que "ningún amuleto tiene más poder protector que la biblia", caramba, ¡que lamentable!.

Ciertamente es muy lamentable que la biblia sea convertida en un fetiche más, e incluso, de valor comercial, "como que si la protección de Dios se pudiera comprar", en cuyo caso, los pobres estarían desprotegidos. Aclaremos enfáticamente disipando cualquier mínima duda: la biblia no es un fetiche, es convertida por los hombres en un fetiche, cuando le atribuyen cualidades que ella misma no declara poseer, porque en ninguna parte de la biblia encontrarás algún pasaje que te indique, que el poseer una biblia encima es suficiente para protegerte de todo mal.

La protección de Dios no es potestad de ningún sacerdote o ministro religioso, porque es potestad del mismo Dios. Es su promesa para nosotros. Es la manifestación de su Gracia Divina en nuestras vidas. Es su respuesta a nuestras fieles oraciones.

La protección de Dios no está atomizada en un fetiche. Porque es una protección espiritual. Es su Presencia en nuestras vidas. Por tanto, no requiere que el humano lleve algo encima, para que Dios lo acompañe.

Existe el otro fetiche, representado por el extremo opuesto, en las creencias ATEAS. Según ellos, no existe ninguna protección divina, sino que todo es producto de ideas religiosas (que según ellos son alienantes), y entonces, en su parecer, la protección es un asunto estrictamente personal. Sencillamente: sin comentarios, porque es tan abismal el engaño (o estupidez) que el convencer a una persona con esas ideas, es trabajo del mismísimo Espíritu Santo en las palabras que coloca en sus emisarios que ejercen la prédica del evangelio, el cual irá rebatiendo poderosamente las réplicas argumentativas ateas en el debate verbal entre el predicador y el ateo, dado que la fuerza de la luz de la verdad cuando es impulsada por el mismo Espíritu Santo, derriba cualquier argumento, llámese dialéctica, o materialismo, o como quieran llamarlo, igual será vencido por el Espíritu Santo.

De manera que al lograr el demonio alejar de las vidas de los humanos la verdadera fuente de la protección de Dios, se le hace más fácil su trabajo de engañar y atrapar almas. Es nuestra obligación desmitificar esas mentiras. Hay que llevar a los inconversos la verdad de la redención y la protección a través de la Sangre de Jesús, la cual, además de darle la vida eterna, aleja al demonio de la vida del hombre.