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jueves, 25 de marzo de 2010

La oración del Padre Nuestro.

La oración es la herramienta cristiana para enrumbarnos al crecimiento espiritual y, el modelo de oración cristiana más sublime que pueda conocerse y practicarse lo hallamos en el Evangelio de San Mateo, donde el mismo Señor Jesucristo nos suministró e instruyó a todos un patrón de la oración, y el cual citamos a continuación:
"Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por tos los siglos. Amén" Mateo 6:9-13 (versión Reina-Valera).
Esta oración, la llamamos popularmente, EL PADRE NUESTRO, y nos fué instruída a todos los cristianos desde temprana edad. por la amorosa enseñanza de nuestras abuelas, o por catecismo católico en las escuelas primarias, o en escuelas dominicales evangélicas. Es prácticamente un valor social de índole espiritual, porque forma parte de los valores esenciales que cimentan nuestra sociedad. Pero, la reflexión es: ¿cuánto realmente conocemos, de las profundas verdades espirituales que esconde esa oración?. No cabe duda, que saberlo, será una gran bendición, porque además de rezarla con más raciocinio, para aquellos lectores de fe católica, también será útil para fortalecer nuestras convicciones espirituales.
Para ello, se expone al estudio del lector, el análisis exegético de cada una de las cláusulas que conforma el Padre Nuestro.

1. Padre nuestro:
Con estas palabras se describen la naturaleza de nuestra relación con Dios, porque ciertamente somos sus hijos, de modo que Jesús establece de manera clara que la relación entre Dios y el Hombre es la de Padre e Hijo: la implicación de esta Verdad Suprema y maravillosa es que el hombre al ser hijo de Dios se hace partícipe de su naturaleza y heredero de las riquezas de su Reino. Pero, además plantea que así como Dios es Espíritu Divino, también el hombre lo es, por lo tanto eso debe orientar las acciones y pensamientos cotidianos. Y, esa naturaleza divina, también nos bendice con salud, prosperidad y paz, que son atributos divinos. En consecuencia, el miedo a las enfermedades, a la escasez, a la soledad, deben disiparse cuando internalizamos esta realidad. Cuando proclamamos la expresión Padre Nuestro, ponemos en evidencia la hermandad universal de todos los hombres y todas las razas, por lo que la discriminación racial, o de cualquier otra índole, además de estupidez, es una negación a la verdad espiritual suprema, de que todos somos un solo cuerpo en Jesucristo.

2. Que estás en los cielos:
Jesús expone que la naturaleza de Dios, es espiritual y eterna, incorrompible, por eso esta habita en los Cielos. Por otra parte, la naturaleza del hombre, es carnal, cuerpo corrompible físicamente, por eso está en la Tierra. En términos de la conocida Ley de Causa-Efecto, Dios es causa y el hombre efecto o manifestación, y está en la tierra para cumplir los designios de Dios.

3. Santificado sea tu nombre:
El nombre de una cosa representa su naturaleza esencial y su carácter (Fil.2:9-11). Jesús dice que la naturaleza de Dios es "santificada", cuyo origen etimológico significa "santo, "sano", "sanar". De esta manera la naturaleza de Dios se nos revela perfecta y eternamente buena.
Un efecto es siempre de la misma naturaleza que la causa que los produce, por lo tanto todo lo que proceda de Dios no puede ser menos santificado que Él. Tu naturaleza es esencialmente buena, y tú eres creador del bien perfecto.

4. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo:
"Venga tu reino", se refiere a que nuestra misión consiste en manifestar en la tierra, todo lo relativo a los planes de Dios, donde es preponderante la propagación del evangelio. Si solo fuéramos obedientes y fieles al plan que Él nos ha trazado, de consagrar nuestra vida a su servicio, orando y escudriñando las Sagradas Escrituras, sólo así, todas las puertas se abrirían delante nuestro, todos los obstáculos se desvanecerían, y como consecuencia gozaríamos de felicidad, éxito, dinero y de todas las virtudes del Padre, porque qué no es posible para el hijo obediente a Dios. Por eso tenemos que ponernos en armonía con la Voluntad Superior de Dios porque en su Voluntad está nuestra Paz. Respecto a la voluntad de Dios en el Cielo, allí no hay desobediencia, ni murmuración, ni tardanza, ni vacilación en el cumplimiento de la voluntad divina. Allí todos quieren sólo lo que Dios quiere, y lo quieren con amor puro: eso es lo que aspira Dios de nosotros como modelo a imitar.


5. El Pan Nuestro de cada día dánoslo hoy:
Somos los hijos de un Padre Rico y Generoso, que nos ama, y podemos esperar naturalmente de Él todo lo que necesitamos, como de manera natural y espontánea los niños esperan recibir de sus padres. Es la Voluntad de Dios que nuestras vidas sean abundantes. Nuestros recursos financieros, no son mas que canales naturales por los cuales llega a nosotros lo que la Fuente Eterna provee. El número de canales es infinito, pero la fuente es una sola, y esa es Dios. Por eso es pecado, el tener nuestra fe de avanzar, el los juegos de azar, las loterías, las consultas ocultistas, etc, eso es ajeno y extraño al Plan Divino de provisión para nuestras vidas.
Por ello debemos poner nuestra mente más allá de los aparentes canales materiales, cambiando nuestra creencia limitada y poniendo nuestra conciencia en la única Fuente Infinita que es Dios. Así se irá disipando y desapareciendo la creencia limitada o de escasez. "Tal como lo has pensado, así será". Bajo el concepto de "pan de cada día" que pedimos para todo el género humano, entendemos en primer término todos los bienes materiales y espirituales que el hombre necesita para la vida terrenal y existencia digna a su naturaleza.


6. Y perdónanos nuestras ofensas, como nosotros también perdonamos a quienes nos ofenden:
El pecado es la sensación de estar separado de Dios, y la causa de todos los sufrimientos, proviene de ese sentimiento de separación. Es la sensación de una existencia absolutamente personal, mientras que la verdad del Ser es que todo es Uno. El mal, el egoísmo y todos los sufrimientos provienen de la negación o el no reconocimiento de esta idea, puesto que lo que le haces a otro te lo estás haciendo a ti mismo. El fin del perdón, es el de hacer desaparecer la ilusión de la separación, con esto nos acercaremos a Dios y al prójimo, disipando todas las culpas que nos atan a un sufrimiento innecesario. El perdón es el escape de la limitación y la culpa. El perdón de los pecados es la necesidad más urgente del caído género humano. No hay cosa que oprima tanto como una culpa no expiada. Ahora bien, el precio del perdón de toda la culpa del hombre lo pagó Cristo por medio de sus infinitos méritos, adquiridos por su vida, pasión y muerte. El perdón que Dios nos concede está en relación exacta con la conducta que nosotros observamos con nuestros prójimos (Mat. 7, 2). Un silencioso y sincero: "Perdona nuestras ofensas" por la salud de nuestro prójimo es la mejor contestación al rencor y la antipatía natural que se levanta en nuestro interior, y constituirá nuestro perdón y justificación ante el tribunal divino.


7. Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal:
En esta cláusula pedimos que se nos libere de todas las dificultades, recordando esta frase: "Ninguna plaga tocará tu morada, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Sólo el que se teme a si mismo y confía en el auxilio de Dios, está seguro de no pecar. Al pedir que Dios no nos deje caer en las tentaciones, nos obligamos, a la vez, a evitar todas las ocasiones de pecado y emplear los medios necesarios para no pecar. Líbranos de todo lo que significa en realidad un mal. Luego, no de las cruces de la vida, puesto que ellas no son un verdadero mal, sino gracias divinas; pero sí, de las consecuencias del pecado, de la ceguera del espíritu y de la flojedad de la voluntad, de todo influjo del mal en cuanto nos separa de Dios y del cielo.

8.AMÉN.

Esta exégesis termina, con la palabra Amén. Con ella decretamos los cristianos, el cumplimiento de nuestras rogativas, por la fe que tenemos que Dios escucha y responde nuestras súplicas, en virtud de la amorosa intercesión de Jesús. Es importantísimo, básico, fundamental, que todo cristiano tenga la certeza de la respuesta de Dios a nuestras oraciones: Pero será en el tiempo y momento que él, considere sean los oportunos y precisos para nuestro crecimiento espiritual y felicidad.

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Resumen de comentarios diversos recopilados por el autor de este blog, y expuestos ajustándose al objetivo general de este blog.


Y, finalizo proponiéndote esta reflexión sobre lo que no es Padrenuestro en la vida de un cristiano que no ha tomado en serio las palabras del Padrenuestro:

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